Los sueños están para concretarse, pero tenemos que dar el 100% de nosotros. Tenemos que hacer las cosas bien porque representamos no solamente a nuestra familia sino a nuestra raza y a nuestro país de donde salimos. Mi nombre es Mariano Rivera, vengo del país de Panamá, de un pueblo pesquero y pequeño llamado Puerto Caimito, llegué a ser un beisbolista profesional. Jugué para los Yankees de Nueva York y conseguimos muchos logros para la ciudad y para el equipo. Estoy muy orgulloso de eso y contento porque pudimos conseguir esos logros.
Mi padre fue pescador toda su vida, crecí en un ambiente bien sano. Me encantaba estar en la playa, me encantaba el deporte, jugar, nadar, compartir con la familia y los amigos. Cuando yo era pequeño siempre me gustó el deporte. Siempre me gustó el béisbol y el fútbol, pero mi pasión era el fútbol; quería ser el siguiente Pele. En fútbol tuve muchas lesiones: la rodilla, los tobillos y a la edad de 18 años decidí jugar béisbol nada más.
La oportunidad llegó cuando a la edad de 20 años estábamos jugando béisbol en la comunidad. Teníamos que ganar este partido y al mejor lanzador de nosotros no le estaba yendo muy bien, no teníamos más pitchers. Yo termine lanzando, y después de ese partido el jardinero central del equipo y el receptor estaban esperándome en casa, yo les pregunté ¿Ustedes que hacen aquí? y ellos me dicen te conseguimos un tryout, una prueba con los Yankees.
Cuando salí del país por primera vez, nunca había estado en un avión. Fue mucha nostalgia y emociones encontradas porque había alegría, puesto que yo iba a hacer algo que me encantaba hacer, pero no sabía lo que iba a enfrentar. Primera vez en mi vida que me apartaba de mi familia por un tiempo de esa manera; no hablaba inglés y todo era inglés así es que fue dificilísimo. Fue un desafío bastante fuerte el primer día, desde el primer momento.
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